domingo, 14 de febrero de 2010

Carta a un enamorado...


Les escribo con la satisfacción de haber conocido un amor. De haber conocido "al amor". Claro que han pasado varios años ya y todavía me resulta difícil olvidar el vino de su boca, sus ojos de prestados mirando al horizonte, sus abrazos interminables pidiéndome más. Dicen que se ama una sola vez en la vida. Yo tengo dos esperanzas: volver a encontrarlo y amar con todo lo que pueda. Esto ultimo resulta mas fácil, porque me he esmerado en anotar cada uno de los errores cometidos. Ya sé. Capaz decís que es tarde. Se aprende mucho desde los consejos de amigos, pero uno aprende mucho más desde la propia experiencia. La vida es así. Tiene ese presagio indistinto de la vida huyendo a la razón. De vez en cuando me permito recordarlo, como una licencia de la memoria, aunque el corazón duela y sienta de pronto como se fracciona en millones de minúsculos pedacitos. Uno no entiende esas cosas de las oportunidades, y les aseguro que he tenido muchas. Sin embargo, por orgullo, por capricho o por idiota, he perdido una de las pocas cosas que amé en la vida. Tal vez fue fue esa seguridad de tenerlo siempre lo que me hizo perderlo para toda la vida. Por eso siempre dejo este consejo. Por mas que parezca absurdo o trillado, sugiero, imploro, ruego que si alguna vez sienten este sentimiento semejante al amor; si alguna vez conocen a una persona que se refleje en sus ojos y que los entienda sin mirarlos y les hable sin palabras, y los abrace sin pedirlo, les pido que no lo dejen ir. Porque no hay nada más triste que ese calor tibio del pecho ausente, de las caricias postergadas. No se imaginan la pena que da ver los rincones, con sus nombres por todas partes, el armario vacio por la mitad, el vaso sin su cepillo de dientes. Nada podrá jamás llenar esa sensación cálida de compañía eterna. Porque este, como ninguno, era un amor para toda la vida. Ese amor sin fronteras, sin preguntas, sin cuestionamientos quedó atrás. Y yo lo quería para siempre. Como un bobo lo esperaba todo el día, lo iba a buscar al trabajo, le preparaba la comida. ¿En que me equivoqué? En muchas cosas. El amor también es eso. Equivocarnos. Y aprender de ahí en más. Claro que nos dijimos adiós. Nos dijimos adiós con un abrazo interminable, uno de esos abrazos que siempre dejan cosas pendientes.... Nunca me pude olvidar. Ya el tiempo ha pasado y nada lo curó. Es cierto, desde hace tiempo ya no espero a ese amor. Y la verdad yo no tengo ni idea como podría hacerlo volver. Capaz que ya no vuelve. Lo que si estoy seguro es que si algún día le llega esta carta, y decida regresar, sé como tengo que amar, de acá hasta el resto de mis días. Porque he aprendido la lección. He aprendido a enamorarme de sus defectos. Quizás uds. tengan razón y ya sea tarde. Pero que se yo. Todavía siento como late mi corazón cuando pienso su nombre. Y mientras siga latiendo. Mi esperanza jamas de derrumbara.... porque estoy enamorado y es lo mejor que me ha tocado vivir.