lunes, 27 de febrero de 2012

Puede ser...


Puede ser que el tiempo que nos dé la razón con algo de paciencia. Por mi parte he sabido replantearme las excusas de antes, los errores de después. He mantenido los relojes como cumbres intactas, como nieve que uno suspira en el aire y que luego de unos minutos se torna agua en las manos. Puede ser que haya llorado hasta romperme; y también he visto amanecer desde mi ventana solo, sin el minúsculo sonido de las paredes que nombran un solo nombre.
Puede ser que haya caído hondo y que encontrar la armonía dentro de mí resultó más difícil de lo que esperaba. A veces cuesta cerrar una puerta, sin que las ventanas se asomen exagerando lo que ha pasado; a esto me refiero cuando hondamos un dolor que apenas nos ensombrece. Puede ser que haya sido cierto todo, y hoy podría asegurar que cada lágrima estaba bien merecida. Bien puesta ahí, en mi cara.
Puede ser sincera, la noche sonámbula, y el mar pleno, y las voces calladas. Pero no he visto aún otra luna que me llene desde los pies hasta la nuca. Por eso perdono y me perdono. Por éstas cosas que te cuento, puede ser que sufra aún un poco, puede ser que en noches terriblemente opacas la poesía en mis manos parezca más triste. Pero al fin y al cabo esto es la vida. Y por una cosa u otra, la paz me va inundando lo cotidiano. En oraciones cortas me despido poco a poco, como un suspiro que se retiene o no me deja ir. Igual acá sigo estando, firme y consecuente con mis predicciones, soñando lo que otras personas ni siquiera imaginan. Es que mi mente resulta ser un laberinto complejo y simple; extraño resumen de la dualidad humana.
He vivido sin vueltas y sin culpas. No he experimentado aún el arrepentimiento y a ésta altura existen pocas cosas, muy pocas cosas por las cuales sienta miedo. Puede ser que no padezca el temor ya. Estuve situado al límite de los horizontes, como alejado y meditando. Sé que los riesgos son necesarios, casi imprescindibles en el día a día. Y si algún día tuviera que despedirme de todas las cosas, elegiría un solo aroma para llevarme: el del mar convidándome medialunas y la arena mojada como alfombra.
Puede ser que a ésta altura ya no estén en mis manos muchas decisiones, igual elijo los caminos y me equivoco y me caigo y lo vuelvo a intentar. Me paro de cara al cielo y veo las formas de las nubes que tienen muchos rostros que reconozco. A la distancia todavía el perfume sabe a espera. No puedo distinguir bien desde mi ventana aún esa lluvia que me moja la espalda, salpicando una gota de ese mar que nos une y separa. A un costado, el cigarrillo todavía encendido me nubla apenas este silencio tremendo. Sé que llegará por estos lados ese aire de cambios que ruego, de oportunidades, de volver a empezar. Vos sabés bien que últimamente he empezado a perder peso, sólo porque me despojo de esas cosas tácitas que no me llevan a ninguna parte.
Y puede ser que a vos te quede todo lo otro. De lo que huyo y escapo. Fijate que la culpa no me invade, que no debo perdones, que ya no pido favores. El amor de prestado nunca me gustó. No hay grises más que en tu boca, no hay pestañas más que en mi almohada. Esta vez ya no espero. La espera será de otros pero no mía. Y eso también me da paz. Puedo jugar con las horas buscando la luz, divertirme con mis viajes, saber que he perdido un par de manos de truco, pero nada más. La gente pierde todo el tiempo, y cuando pensé que había perdido, encuentro las cosas olvidadas, aquellas que siempre estuvieron mal colocadas. Puede ser que no entiendas nada, y que prefieras la quietud, a buscar los puertos. Yo he emprendido un camino ya, capaz que no me lleva a ninguna parte, pero es mejor que quedarme parado.
Tal vez algún por esas casualidades del destino, digas lo que no dijiste, hagas lo que no hiciste, llores lo que no lloraste. En este sentido, gano yo. He pasado por las dudas, y transité con ganas el inicio de todo. Tal vez este momento sea un comienzo y no una despedida. Por fin lo digo.

sábado, 18 de febrero de 2012

lunes, 6 de febrero de 2012