domingo, 24 de febrero de 2013

PARA "PUTIAR" UN RATO


Un día tan choto (o gris) daba para ponerse a escribir. Dudaba si hablar en castellano neutro, español antiguo o mi forma danielesca de inventar palabras y consonantes y situaciones, o què mierda hacer. Asi que no sè què es lo que va a salir, pero digamos que me sentè en mi rincón preferido y dejè que las cosas salgan como quieran salir. Como se le den las regaladas ganas de salir. Digo esto, porque no tengo pensado poner ningún tipo de reparos para que ello suceda. Total, hoy es domingo y es como que en èste dìa cualquier cosa està bien. Por ejemplo, no sè donde mierda quedó el acento en el teclado. Al principio dije, escribo y después lo corrijo, pero si lo hubiese hecho asì, estè renglón no hubiera tenido sentido. Entonces, està bien que vean que no les miento. Despuès de todo, ¿cuàntas veces decimos esas cosas que estamos pensando? Vamos a traducirlo. En lo cotidiano, estando sòlo o acompañado o como sea, ¿cuàntas veces te han preguntado como estàs con la sincera idea de conocer aquello que pensàs? El lenguaje pasò a ser un formulismo, un formalismo tambièn. Valen las dos. Formalismo en ese sentido casi idiomático para pasar por alto las largas introducciones dogmáticas hasta llegar a vincularte con el otro. Y formulismo, lo digo en el aspecto del formulario predispuesto con el que hablamos. Nos dice hola, respondemos hola. Nos preguntan estàs bien, y respondemos, si. Y asi sucesivamente podemos pasarnos horas sin decir nada de lo que pensamos.
Yo creo que estuve como media hora frente a mi computadora mirando la pantalla vacia. Ella no me decía nada y yo tampoco. Apenas una música suave sonaba detrás de la cocina, detrás del comedor, detrás de mis ojos. No vayan a pensar que ahora mis ojos son una guitarra. Es una metáfora. Igual llega un punto en la vida en que realmente te pones a pensar si también la vida no fuere acaso una imagen de la mente. Vamos, los escritores tampoco que hayamos inventado todo! Algunas cosas no están en nuestras manos. ¿Còmo cuales? Y.. de pronto se me ocurre que el destino no està en nuestras manos. ¿Què cosas te parecen a vos que han dejado de pertenecerte? Al fin y al cabo no tenemos el dominio de nada. En su caso, existe un sentimiento parecido al que podría definir tranquilamente como pseudoconfianza que nos hace parecer que las cosas pasan porque asì nosotros lo decidimos. Bueno, no. Hay dos teorías que yo manejo al respecto. O hacès algo para que las cosas pasen o dejas que pasen por si solas. El éxito no depende de ninguna de las dos. Tampoco que piense que las cosas suceden porque están escritas. Eso es mentira. Imaginate yo, escritor, la cantidad de cosas que me pudiera haber escrito y sin embargo nada.
Entonces, entrè en la duda de ponerme a escribir como ya les dije, sin saber, si la persona que por ahí me interesaba que me leyera iba a hacerlo. De todos modos, la sola idea, la poco probable posibilidad que  esto pasara como que me motivò algo.
Y me pregunte si valìa la pena gastar un poco de palabras asi porque si nomas. Asi como de costumbre, o por casualidad. Despuès pensé, las palabras están ahì, en el aire, y si yo no las uso nadie lo hará por mì. Ademàs, es domingo…. (insisto).
Ah, y ya como que se me fueron las ganas de escribir. Y dije, si hay alguien del otro lado que me està leyendo me va a putiar si termino acà y me pongo a ver el partido. Pues bien, lo termino acà. Nos vemos la próxima! 

lunes, 11 de febrero de 2013

ESPECIAL 14 DE FEBRERO: ENTERATE QUE EL OLVIDO NO LLEGA, SE VA.



Aprovechando el feriado de carnaval, me levante temprano, cosa de estar un rato solo sin que nadie me moleste o me diga “mira que hay que limpiar la cocina” o “hay que poner la ropa a lavar”. ¿La ropa no se lava sola?, pensé. Que embole.
Lo primero que vi fue la noticia del Papa que había renunciado. No me interesó una mierda, no me puse ni contento ni triste. Es más, prendí un pucho y ya me había olvidado.
Y después, ya en el Facebook, me di cuenta que se acerca el 14 de febrero. Y este puto de San Valentín que se le ocurrió generar una fecha tan significativa cuando realmente vos tenés significado para alguien. Regalás o te regalan flores, chocolates, una cena romántica, brindis de honor, copa de espera, o lo que se te ocurra. Ahí la imaginación sirve. Es como una tregua, un paréntesis. Después siguen los quilombos de siempre en la pareja; se pelean como todos los días por las mismas cosas, te insultan, vienen los reclamos y cuando te querés acordar pasó el 14 de febrero, y ya es 15 y te das cuenta que lo único que te quedó es un una caja con forma de corazón hecha mierda, porque fue lo primero que voló cuando se dan cuenta que dejaste el calzón en la ducha, o no lavaste los platos o todavía sigue a un costado de la cocina ese montículo de basura que barriste la noche anterior y que no se te dio las regaladas ganas de juntar. ¡Y los solos se quejan! (pensé entre mí).
Puse una canción conciliadora para mi mente, que me dejara fumar tranquilo, medio a oscuras todavía. Una paz total. Toda mía. Sonaba así, medio bajito, Ella baila sola “fuimos lo que fuimos”. Después de leer esto, ponela y escuchala que está buena. Ahí medio entre frases pelotudas y fotos amarillistas alguien posteó está canción con el reclamo “por qué no llega el olvido”. En realidad no sé si fue queja o pregunta, pero me quedé pensando.
Me cuestioné casi todos mis olvidos, los descuidos, los errores pelotudos, y casi como una lucha cuerpo a cuerpo apareció el recuerdo menos pensado. Los recuerdos y el olvido son casi consecutivos de los nombres que pensamos. A veces ni eso sucede. Ni nombres ni nada. A veces el olvido es sólo silencio, o ausencia, o nada. A veces es solo olvido. O recuerdo.
Acaso, (me pregunto mentalmente para no despertar a nadie), desde un punto de vista filosófico, no estaremos hablando de una misma cosa?
Desde lo existencial afortunadamente, tapamos las fotos, las cartas, las frases, las imágenes cotidianas, y vivimos en la teoría, esperando. Esperando las cosas más comunes, o la sorpresa. De todos modos nunca seremos honestos con nosotros mismos. Hay una realidad que sentencio: el olvido no llega, se va.
O me vas a decir que nunca esperaste nada? Bueno, te aviso algo: Nacemos esperando o morimos esperando algo o alguien. O simplemente esperando la muerte. Da igual, lo cierto es que sucede más seguido de lo que te imaginás. La espera combate al olvido. Los recuerdos combaten al olvido. Ergo, el olvido es el anticuerpo. El olvido se va calladito, nunca llega. Está o no está. Así de fácil. Si no lo sentiste inmediatamente y sin proponértelo, el olvido será la sombra de tus poetas internos. De tus andenes. De los abismos mentales donde caen aquellos que fuman marihuana y que por un ratito, se van del mundo. Dejamos de cosificar los pensamientos, y vamos y venimos del pasado al presente sólo con una mueca o una seca. Dale que va!
Después te saldrán frases pelotudas, o se te vendrán a la mente consejos inútiles que nunca pondrás en marcha. No hay caso, a ésta altura dudo del olvido. Me suena más a un invento que a un verdadero estado psicológico o mental. La mente no olvida. Está programada o chipeada para recordar. No existe el olvido. (Ojo, que yo esto no puedo afirmarlo tan abiertamente porque también soy poeta y si me descubren escribiendo esto estoy frito). Sobre qué escribirían los poetas sino fuera por el olvido. Qué discutirían los filósofos, que sería de los neurólogos sino fuera por el olvido?
Ponetelo a pensar. A vos te digo, que creeías que el olvido llega con una brocha gorda y te pinta la frente de blanco. A vos que, no conforme con esperar a alguien, también esperás el olvido. Y nos martirizamos cada 14/2 con canciones de forever alone. Y no seas idiota, no mires el celular. Tiene muy buena señal, y si no te escribe es porque nunca se le ocurrió pensarte como una posibilidad. 

domingo, 3 de febrero de 2013

TEORIA SOBRE EL PERDON O LAS PELOTUDECES DE SIEMPRE


Domingo 3 de febrero. Son las 9 de la mañana, esto es escribir en tiempo real. Me prendo un pucho, el primero inevitable casi, a ésta hora. Igual me siento más fresco o vivo después de una buena ducha. No sé si siempre las duchas son así, pero esta estaba rica. Me saqué ese olor ahumado que tenía de anoche. Y es imposible dejar de pensar mientras me baño, creo que ese es mi mejor momento del día. Analizo las cosas que aún no he empezado, los proyectos pendientes, las ganas que tengo de tanto y que postergo.
A menudo postergamos, y te incluyo a vos y a mí, como si nos pasara lo mismo. ¿Por qué generalizamos todo?, me pregunto. Debe ser un truco para justificar que el otro, aquel, también padece las mismas manías. Pero ésta es mía. El mundo cambió desde que probé los hongos alucinógenos en Amsterdam, primero fue en Montana pero son dos cosas distintas. Aunque si tuviera que describir cada una de las cosas que probé, esto que escribo estaría ya censurado por el espanto de muchos. De mi vieja por ejemplo, que no sé si me lee.
Y pienso también la vida y el futuro, y vuelvo un par de días atrás, pero sólo para asegurarme que hubo un pasado. Sin no ya fue, ya pasó; las cosas no se cambian en la ducha. Sólo se piensan. El pasado tiene ese gusto ingrato y placentero a la vez pero que no te lleva a ninguna parte. Te quedás estático con una mueca en la boca que no dice nada.
Sabés que los días pasan, hace poco nomás cumplí mis primeros 34 años apenas. Se ve feo ese número en mi pantalla de la compu, así que lo borro escribo otro número cualquiera y en este punto de la oración vuelvo a escribir 34. Sería negarme lo vivido, cambiar los números no mejora nada, ni modifica el futuro que ya tengo pautado. No por mí, sino por el destino. Es un alivio saber que a ésta altura hay cosas que no dependen de mí. Aunque me pertenezcan, siento menos presión en lo cotidiano. Al fin y al cabo, en este tiempo aprendí que muchas cosas son aleatorias, lúdicas, inmutables.
Entonces me entretengo pensando que las palabras me acompañan, y que un día de estos quedarán acá como una inspiración cuando ya no pertenezca a ninguna parte. Y esto no es un diario, ni una confesión, pero es que hay tanta gente pelotuda que pierde a sus seres con egoísmo inventado, con excusas decorativas, que me dan mucha bronca las lágrimas que vienen después. Ni siquiera tendrían derecho al llanto. A veces equivocarnos es el delito, como si el error no fuera acaso el más certero de las posibilidades. El tiempo se acaba y sin embargo las heridas se agrandan mágicamente. A veces perdemos hijos, perros, amigos, por el orgullo del perdón inconcebido.
Es probable que nunca piense igual al otro. O mejor aún: yo creo que tengas razón. Mirá lo que te digo. En la libertad del enojo yo te apoyo y te perdono.
El imperdón no me pertenece. Perdoné las cosas que nunca antes hubiera pensado perdonar, y me quedé con los enemigos suficientes para que también estén cerca de mí. La ausencia y el silencio no te favorecen para nada. Me parece que te hace más daño a vos que a mí. Ojo que las lecciones a veces llegan tarde.
Me fui de tema. En realidad no sé bien si había un tema hoy para escribir. Es como en el colegio, puse la fecha y dibuje un solcito al lado, en el margen superior de la hoja. Me preparo un te de mierda porque no tengo café, y dejo en blanco el resto del cuaderno. Porque con o sin perdón, yo puedo afirmar que estoy sentado cerca de la gente que quiero. Como al principio de todo, como cuando uno nace.
Nazco hoy con una sonrisa pensando que tengo que barrer el piso para sacar los pelos de la gata, que por suerte ya no está más en celo.  El resto, son pelotudeces que no afectan mi tránsito por corto o largo que sea.
Me siento desde acá con mi saludo de siempre. Hacía tiempo que no les escribía. Ni yo me escribía.