martes, 17 de junio de 2014

"LA ESPERA EN SU BOCA"

La vi ahí quieta, como parando al mundo entre sus ojos. Me pregunté qué terribles pensamientos darían vuelta por sus plateas,  en aquel hospital psiquiátrico. Yo le alcancé mi aliento como quien le apoya una mano sobre el hombro. Ella no supo o no quiso responderme con la mirada. Tan sólo se fue de nuevo, sin mover siquiera un único músculo. Su cuerpo estaba perdido, enredado en alguna extraña obsesión. Sabía que era todo lo que tenía. Eso era la soledad. Quise definirla en una sola palabra, en un verso siquiera y me salió ésta imagen. El suelo tibio de aquel escalón me lo dijo todo. Yo me empecinaba en escuchar una mueca de su pasado, ella seguramente habría pedido que me vaya rápido. Creo que no le importaba nada más. Ni siquiera estaba ahí ese nombre que no nombra. Ya no aguarda la visita de alguien que tarda en llegar. Eso es la espera, insistí.  Ella se rascó la cabeza como un último esfuerzo.  Después supe que todas las mañanas de todos los días salía al patio, se sentaba ahí donde la encontré y se ponía a mirar un punto fijo. No supe imaginarme sus heridas o sus deseos más íntimos. Reanudó sin voluntad su respiración una vez más. Supimos que los amantes a veces se van, y la piel se cuaja con el cansancio. Alguien debió extraviarla, pensé. Alguien debió dejar una promesa sin cumplir en toda esa gloria amotinada.