-Me habían dicho que
no iba a venir. Que las promesas son tan sensibles al tiempo que cuesta
cumplirlas. Que no me haga ilusiones. Yo como buen capricorniano, me hice
ilusiones. Habría dicho todas las cosas que antes no dije. Y me hubiera
preguntado si valía la pena.
-Porque realmente valdría
la pena, - dijo.
-Y habría esperado por
horas en la aquella esquina. Esperando solo que el tiempo pase, que pasen los
autos, las nubes, que pase su suspiro como un ánima que se cruzó en ese mismo
lugar mucho tiempo antes. Y hubiera recordado cada uno de esos hermosos
momentos.
-Espantosos momentos
-Y hubiera recordado
cada uno de esos espantosos momentos, simples recuerdos, abrazos extemporáneos,
miradas cómplices. Y con la vista puesta en sus ojos transparentes le hubiera
pedido que no me deje. Ambos nos miraríamos como entonces, como antes. Con la
sensación que el tiempo no había pasado.
-Porque nunca lo
fue
-Porque nunca lo será.
Le hubiera escrito un libro de razones que sirvieran de abrazo. En mi mente
también le daría un beso de esos que se dan en estos momentos. Sentiríamos el
piano de fondo, y en milésimas partes pasarían los recuerdos uno a uno,
recorriendo las calles que antes nos vieron juntos. Mucho antes. Habría preguntado cómo está después de tanto
tiempo y me hubiera respondido con esa mueca de siempre que alcanza para
entendernos sin palabras y que sólo nosotros conocemos. Pero me dijeron que no
iba a venir. Yo me sentía como un pavo esperando sin que llegue. No le pregunté
las razones pero sé que me hubiera respondido igual. Me diría que está bien,
que no me haga problema.
-Silbaría esa canción
que no me gusta pero que vendría justo para este momento. Tarde, irrumpes en mi
vida. Y el vacío empezaría poco a poco a caer como un rocío sobre todos los que
esperamos en ésta esquina. Haríamos un coro de lágrimas que no salen. De
abrazos que no se dan. Miraríamos hacía arriba buscando una certeza. La luna,
con su impronta egocéntrica tendría todo el protagonismo. Sentiría la sorpresa
que todas las cosas le daban. Vería su mano señalándolo todo, todas las
primeras veces que no se pueden olvidar. Pienso que el olvido se llevó tantas
cosas. Y suspiraría hondo, llenándome el pecho de esos mismos interrogantes que
nunca acabarían. Se me vienen encima todos los lugares a la vez.
-Porque no hay un
lugar
-Y porque nunca lo
habrá. Porque siento que espero en todas partes. Que da igual. Y ya con la voz
baja se iría apagando cada luz de la calle. A veces haciéndome el fuerte, otras
veces con los ojos enrarecidos preguntaría la hora. Pensando que la espera
recién empieza. Que no va a tardar. Que algo le habría pasado, algo importante,
algo trascendental en sus días que hicieron más larga su demora. Mientras tanto
vendría desde la orilla del mar una huella, un paréntesis o unos puntos
suspensivos. Sentiría su abrazo pendiente. Me hamacaría la mirada de un lado
hacia el otro por encima del hombro para mirar de nuevo con disimulo. Como si
no fuera evidente todo ya. Habría guardado de nuevo el saludo que siempre
ensayo, para estos momentos, para cuando pienso que estaría bueno charlar. Y me
sonreiría con el de al lado. Y le haría una mueca con la ceja levantada haciéndome
el desentendido.