miércoles, 28 de octubre de 2015

Dias como éstos

Ella solo escribía para desahogarse. A veces un pulmón entero le salía del pulso, y los caminos se aferraban con las manos hasta sus talones. Ella los arrastraba. El otro la miraba desde la ventana, por una pequeña solapa de pantalones largos. Tenía tanta angustia encima!
Dejó una palabra sobre la mesa, la mirada la recostó en un plato dentro de la heladera. Había también en su pocillo uno ojo entero. Lo tomó con la cuchara, con un poco de asco, y escribió una canción entera. La poesía fue espantosa. Días así no debería escribir. Sin embargo, esa noche se soñaron en un mismo libro. La vida es así. Somos dos personajes siniestros de cualquier historia, le dijo mientras le daba un culazo. 
En algún punto fueron rutina. Hoy ya son historia. Los dos.