martes, 15 de diciembre de 2009

Tener derecho al olvido


Todos tenemos derecho a estar en paz. A dejar por fin los dolores matinales, esa fiaca exagerada por mantenerse en la cama más de la cuenta, cebar el mate, poner la pava, encender uno de esos sahumerios que se vende a cientos por un peso. Abrir la ventana de par en par, sentir el aliento fresco de los otros que llegan de todas partes, la luz tibia y tilinga del sol avisando que el comienzo de otro día de tranquilidad absoluta.
Prendo la radio, pregunto la hora, miro las sillas expectantes con sus lomos viejos y gastados. Al techo le hace falta una mano más de pintura, y pienso este lunes, martes ya casi de madrugada, serpentinas de nubes y luces frescas que llegan desde la montaña mejor pensada. Éramos entonces un par de fotos abandonadas, ahora mejor con sus patas de pollo, con su mirada desconocida para mí, con los andenes tatuados a los domingos cuando solo. Su boca ahora otra boca, sus pasajes sin callejos y sin salida también.
Esos recuerdos de puta madre, eso viajes divertidos a los lugares que nos prohíben imaginar o soñar, volar las costas, los mares, zigzaguear la suerte, los preámbulos, los miedos.
También tenemos derecho a pensar mejor, a enfrentar al olvido como una única solución, de vencer las ganas de llamar, la insoportable manía de ausentarnos del dolor.
Ya he pasado todo eso…
Ahora que las horas son más tiernas, que me pregunto primero cómo ando antes de pronunciar tu nombre. Ahora que los números me cierran, que ya no te sueño exageradamente en brazos de otro, que no siento ni te ausento. Ahora que prefiero que me quieras como un perro, para que no haya vueltas, que es preferible tus palabras insoportables a los regresos fragmentados, a tu indecisión por no decidirte, al aleteo semejante de una lucha interminable que no me deja en paz. Ahora que he resuelto mis manías y soporto la soledad más que nunca, que el disfrute del mar es sólo un capricho que los muchachos no entienden y cigarrillo perdona. También es cierto que no veo tu figura de siempre, que es verdad, que ya es un avance, que viene cantando el olvido y arrasa con todo. No lo esperaba así.
Las promesas ya son ficción, queda una sensación extraña de huesos quebrados, de horas de ventanas y zaguanes, de permisos, de trucos y flores, de envidos, falta olvidos, pentagramas que no me oyen ni canciones que se parezcan a vos.
Todas las mañanas me levanto junto con todos mis responsabilidades bajo saltando del balcón hasta los lugares que quiero y me imagino inmensamente libre por ahí. Tal vez ya no sea decisión tuya, esto nunca pasó antes.
Creo que de alguna manera, todos tenemos derecho al olvido, a estar en paz, a dejarnos de joder de una vez por todas. Y lo digo con toda la esperanza del mundo, con rencor justo de los finales cerrados, de las veces que parecieron y no fueron. De estas cosas, me despego. Y me siento cómodo, frente a la costa… a ver los barcos partir. Como pequeñas imágenes, como películas repetidas, como finales cursis, levanto la mano con la paciencia de no verte más, por las veces que te esperé, por las veces que no volviste y por las otras veces también.

1 comentario:

  1. Dani, es facil el olvido. Dale vuelta la cara, no le atiendas el telefono. Pagale con la misma moneda. Sabes que te quiero amigo y no te mereces a nadie que no te quiera asi como sos. E.G.

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