jueves, 22 de octubre de 2009

El amor no se devuelve


El amor no se devuelve. No se discute a los solos esa pertenencia a los momentos que hacen que se exageren los ojos de uno y de otra orilla del mundo.
Las promesas incompletas, quedarán así, quietas y vagabundas de a ratos, promesas al fin. Luego con el paso de los años quedará la tarea de completar los por qué, las excusas y los objetos que nos faltan.
Cuando uno se separa resuelve lo primero, la huida, el desarraigo, los celos y las dudas violetas; los pasos firmes y derechos, aquel nunca mirar hacia atrás. Y con esmero vuelan por el aire los cd, los plasmas, las cartas viejas con palabras bonitas y viejas también. La mesa de luz quedará ausente, y los cumpleaños y el shampoo a la mitad. Nadie querrá quedarse con la huella simple de los domingos, el mate, las fotos, los viajes. El corazón cobarde de los que se amontonan los trofeos como primeras victorias, como asesinatos del amor.
Separarse es todavía un práctica menos religiosa, es llegar a fin de mes, dejar las manzanas abiertas sin ganas de comer. El calor tibio de los lugares comunes ya lejos de París.
Es no esperar nada.
El simulacro de las canciones de carne, el orgullo o la piedad, saber que se hizo aquello que nunca se quiere. El deseo de muerte, la desaparición de los recuerdos, la vela pensante, la ventana boquiabierta, las puertas giratorias y las manos rajadas como un suave quejido de culpas.
El taxi afuera, que espera a todo el mundo, los sonidos parecidos, las errores memorables como diafragmas plenos que suspiran los huesos que ya no tenemos.
Por ahí, separarse tiene un significado menos apalabrado, son gestos pequeños, como la idea de saber que costará tiempo y dinero poder estar bien de nuevo.
Las despedidas suelen ser tortuosas y enormes, la soledad algo sabe de esto. Los solos sabemos que todo existe, que todo es posible en este juego de fuerzas y voluntades. Amar es complicado y separarse suele ser una discusión eterna entre los argumentos de uno y las excusas del otro que rara vez nos llevan a alguna parte. No se vuelve al mismo amor. Pero tampoco nadie nos devuelve lo vivido

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