viernes, 11 de septiembre de 2009

5 breves historias de personas solas


0.-
Ya no recuerdo bien cuando fue exactamente que dejé de esperarte. Creo que fue un jueves. Raro, porque yo generalmente suelo acordarme de todo. No sé... hubiera querido decirte muchas cosas, ahora me conformo con este abrazo de renglones. Hicimos todo lo que no debíamos hacer. Como una vuelta más a la calesita giran las imágenes en la mente hasta que por fin el viento silba bajo una música de adioses.
Era jueves, no? Bah, qué importa ya.

1.-
Había encontrado una pierna chueca detrás de la heladera. Los pasos tienen ésta costumbre de perderse por todas partes.

2.-
¿De qué me estás hablando? me preguntó la pelotuda.Yo le hablaba de amor. Del más inconmensurable amor.

3.-
Decía que estaba solo. Que nadie lo acompañaba. El teléfono se equivocó de lunes y las voces se arreglaban como juntando las dos puntas de la acera.Es cierto, estaba solo. Yo lo ví húmedo parándose en los ventanales viejos. Y como una puerta o el mejor recuerdo, escribió con su encendedor el techo de aquel baño. Escribió un nombre raro. Ahí me dí cuenta que los nombres son violentos como los años que vienen a la carga.

4.-
¡Está bien! lo reconoció. Es cierto que sus dientes podridos no le gustaban, ni sus axilas de cloacas y sus ojos parcos.Sin embargo, daba los besos más dulces que en su vida había probado.

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