jueves, 6 de agosto de 2009

Noche tilinga


Yo no digo tus ojos, ni me escapo de los muelles ni me tiro por los balcones. Ya no desayuno con mate ni me pregunto a la que hora que salís del trabajo. No miro al cielo buscando tus iniciales en alguna nube, ni prometo al mar volver al silencio primero de cada mañana.Ya no leo entre paréntesis las noches que nos perdimos, ni murmuro aquel nombre que nadie dice. El nombre prohibido de todas las cosas, el cuaderno casto, y las cartas sonámbulas como derroteros del alma. Invento de vez en cuando las mismas excusas que te hacen volver. Indecible tu figura se aparca en la música que viene del patio de atrás. Apenas el susurro de las calles desiertas, veterinarias, llenas de luces y promesas.Yo no pienso tu sombra ni imagino las veces que tus brazos cargan otros cuerpos. Esos nombres que vagan por ahí. Esas letras que nadie pronuncia. Le encargo a la noche se lleve tu nombre que ya no uso. ¿Podés creer que la tilinga me llamó de nuevo?

1 comentario:

  1. "Comprendí que la escritura, como el bisturí de mi padre, cicatrizaba las heridas en el instante de abrirlas y comprendí porqué era escritor" Juan José Millás.

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