lunes, 30 de noviembre de 2009

¿No te pasó alguna vez?


A veces tus ojos son como misas. Como pequeños paréntesis que trato de descifrar y no puedo. Me gustaría tener la facilidad de llegar hasta aquellos lugares donde la emoción del abrazo primero signifique apenas algo más que un simple susurro de huesos. Y este lugar esta bueno, sirve para escribirte, en el momento en el que yo necesito y sirve para que vos lo leas cuando puedas, cuando tengas ganas, o logres tirarlo sin leer (es otra opción, pero vos te lo perderías, eso seguro). Sirve para achicar las distancias, para que los silencios dejen de ser rectángulos con formas de nubes, sirve también para tener la sensación primitiva que estás por ahí, muy cerca de todas las cosas que toco. Es increíble todo lo que provoca el roce tus labios primeros yendo de un lugar hacia el otro, sin permisos, me cuelgo detrás de tu mirada, que se escapa a veces, otras veces huye dejando todo en calma. Y ahí me siento diminuto y pequeño. Ridículo me sumerjo entre las eses que espero, en los contornos de otras figuras parecidas a tu sombra. Y después de haberte ido, me reduzco a un niño; como si fuera un nene chiquito de tres o cinco años y sin energía de nada. Y Solo quiero dormir. Dejo de lado la expectativa, la espera sincera. Ya todo terminó tan rápido, que siento que el tiempo resulta poco para apretarte con todas las ganas que tenía de hacerlo. Me pasó algo terrible: Sabía que el olor que habías dejado en mi ropa se iba a ir rápidamente, mucho antes de que vuelvas. Eso fue duro. Y pensé que mejor sería no esperar otro encuentro. Que iba a ser muy larga la espera. Casi es más fácil olvidarte que esperarte. Esperarte es doloroso, es sentir la falta que provoca tanto deseo. Ojalá pudiera olvidarte para no desearte más, duele desearte, y ahora encima ya sé que es muy lindo apretarte, olerte, besarte. Por qué no pude dejar de besarte, Dios!, será porque se que vos no podes volver cuando yo lo necesito –siempre?. No quiero dejar las cosas así. Faltó algo, quiero conocerte más, quiero que los dos la pasemos bien. Te prometo DEJARTE IR y perdón por prenderme de vos así. Te dije que me gustaba tu PIEL y te reíste. REITE. No es fácil decirlo, es más, puede dar vergüenza, y si al otro no le gusta tu piel tanto como a vos, quizás no lo entienda y se ría, como vos lo hiciste. ¿Sabes porque me gusta? porque sentí en ese momento que yo había probado esa misma piel otra vez, ese perfume y ese olor, como un gusto conocido, como un antiguo placer vivido. Como tener lo que tuve hace mucho tiempo con alguien que se parecía -como ya te dije- mucho a vos. Ese alguien imposible, inalcanzable y otra vez me engancho con esto, que es justamente con lo que no “debería” engancharme y sí... me vuelve a pasar... me gusta que sea así, me atrae demasiado esto, y no me lo quiero perder. También te dije que es tu olor el que no quería perder. Una mala noticia para mí, tu olor ya se fue. Una idea: comercializalo: es muy rico. Yo lo compraría, para recordar la sensación de tenerte cerca. Te dije que no tenía LIMITES, quizás la mayor o única limitación que necesito cruzar es la distancia, cuando tengo una oportunidad como la de ayer, y puedo cruzarla, cuando puedo empezar a tocar, cuando lo otro me atrae tanto, necesito estar cerca, lo único que quiero es estar cerca, no me quiero despegar. Sabía que sólo había media hora. Y ya me había como emborrachado con vos. Perdoname, pero si volves... quizás me vuelva a pasar. Vos podes pedirme que me aleje, sí, aunque me cueste haría caso, soy OBEDIENTE. Ahí salió mi EDIPO, a uno cuando le pasan estas cosas, cuando con tanta furia quiere “comerse a alguien” a besos, a abrazos, seguramente ese alguien despierta recuerdos, deseos, viejos anhelos reprimidos, prohibidos. Y salta ahí “seguro” la relación con el padre o madre. Porque esa necesidad, gran necesidad que tengo de tener a alguien “prohibido”, “difícil”, “imposible” como sos vos, es la necesidad de recrear esa sensación, esa experiencia infantil vivida cuando chico. Esa distancia enorme, ese deseo de estar con vos y no saber cómo, no poder acercarme, porque no demostras interés por hacerlo, solo se te veo distante, inalcanzable. Me gusta la INTENSIDAD, por eso te apretaba tanto. Con la MIRADA también se puede ser muy intenso, y a veces, no es fácil empezar a ser intenso con el cuerpo y mantener la mirada, como antes de empezar a tocarse. Es como mucho el primer día. Me imagino ahora lo que debe ser poder hacerlo, mirarse y tocarse intensamente, en un mismo acto, al mismo tiempo. Lo único malo: te alejás y todo eso te FALTA: eso es el DESEO, una falta de algo que tuviste y que ya no tenés, porque no te pertenece, o de algo que nunca tuviste. No es una necesidad, la necesidad se satisface y chau. El deseo, se puede apagar o no (en este caso se pudo un rato y creo que no todo), y después..... volvés a faltar. Pase lo que pase, está bien. Pero te pido esto: no dejes pasar mucho tiempo si vas a volver, y dame más tiempo, o un poco más: media hora no es nada. Es solo un momento más que te pido para no quedarme con tantas ganas y que se pierda esto. No quiero que se me vayan las ganas de estar con vos por esta distancia que a veces los hombres necesitamos poner para que no joda, no se ilusione, no se la crea. No soy de joder a nadie, no es mi estilo y ya te vas a dar cuenta de esto. Dejame hablar de SEXO, solo eso quiero, una vez más –mentira- las que sean. Si hay algo que no me gusta es especular ni intentar atrapar, prefiero SOLTAR. Solo toco cuando puedo y me dejan. Solo quiero lo que me quieren dar. Lo demás... no me interesa... porque no es para mí. Yo se que si no volvieras, me perdería de conocer a alguien a quien puedo desear. El deseo a veces resultar ser tan así, tan nada, tan lejos. Como una distancia que los pueblos no llenan, como mapas errantes que se confiesan que estás cerca. Que todavía presiento y siento. Esa dualidad del ser humano que nos hace primitivos y animales. Quizá ahora que la cerveza se acabó te preguntes muchas cosas. Yo me quedo con ese sabor que sólo tu piel tiene, lo demás son especulaciones de la gente. No les hagas caso. No entenderían ese choque de cuerpos torpes a media luz. O acaso, a vos, no te ha pasado alguna vez ese escalofrío en la panza, ese rechinar de huesos y esas ganas insoportables de querer volver a estar con alguien?

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