viernes, 3 de julio de 2009

Sentirnos desapareciendo...


Esta vez es distinto. No por aquello de las promesas que se quedan suspendidas en el tendal de todos los puertos. Te lo digo como una especie de confesión, como un secreto o un himno. He sabido conocer los reclamos del tiempo, esa voz tenue que nace desde todos los rincones y que nos deja la misma sensación de compañía que un wisky.
La soledad de sentirnos desapareciendo ante cada olvido del destino. El ambiente húmedo de los pisos blancos, las arenas en los pulmones, las estrias que van desde el cuello hasta tus iniciales.
Es como que con el paso de los días, mientras los meses bajan y bajan de prisa, uno se va convirtiendo un poco más diminuto tal vez. Y te ansío cerca, desprotegido yo, revuelvo el tuco, y la olla de interrogantes va a parar al patio, donde siempre.
Desde cada baldosa, en una pequeña rendija de cielo, puedo verte sonriendo. ¿Es esto la soledad? Pregunto al aire.
En el mismo momento en que una luna raquítica se posa en mi ventana a chusmear todo, veo todo más claro ya…
Vamos desapareciendo con los café, los tilos, con las pastillas, desaparecemos con palabra que postergamos, con el saludo inicial de las despedidas. Con las valijas repletas de promesas incumplidas, de pretéritos, de escamas llorosas.
Te convienen los años, y la prisa. Es mejor no vernos transparentes ni cristalinos, huyendo los vagones, dejando las cosas así, mejor.
La distancia referida, los omóplatos, los huesos marcados, la cintura pequeña, tus ojos baúles, el frío de aquí y de allá. Un punto equis distante. Una mirada llena de colesterol, que cae al vacio de las cosas comunes. El arpa anuncia que ya son las cuatro de la mañana. Estúpido yo miro la hora como creyendo que todavía es temprano. Ya no existen tiempos tempranos.
¿Oyen a lo lejos su nombre? A pesos firmes se escapa de todo. Bah, es feliz, ya sin mí. Huyo yo tambien donde puedo. Donde me permite mi culpa y mis reproches. Afuera, digo, desde afuera todo se ve más simple ya.
Como que desaparezco un poco, y no. Me voy volviendo transparente ya. Es la vida, que me pasa factura…

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