martes, 28 de julio de 2009

Ahora....


Nadie muere por amor supongo. Me arremango los ojos mirando el horizonte. Que lejos parece todo… La paz de la tarde me genera y degenera el pulso. Desde la paciencia de mi cocina se escuchan los balcones pasar. Ya ha terminado todo, es cierto. Los julios y los agostos tienen estas cosas. Nada más simple que la soledad de uno. Nada tan cierto como la tranquilidad que me dan los almanaques. Es verdad, voy muriendo diría, pero algo ha generado en mí una pequeña esperanza. No sé, de pronto no está tan mal estar solo. Si, yo soy solo, eso no ha cambiado. Soy desde mí y hacia los demás. Para los otros y por mí. Me gana la idea de salir corriendo a tirarte un beso al pasar, allá donde los letargos son cortos y las calles largas.
En la ventana me sugiero un nombre, una espera que quedará pendiente, una sensación de tenerte desde el contorno del mar. La excusa siempre será esa: no morir de amor, mejor dicho, yo soy esto. Y no aquello o lo otro. Sino todo junto. Los vidrios empañados dibujan también el sudor de los posibles. Capaz que llegas, suspiro…

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