miércoles, 22 de julio de 2009

Te dejo las fotos...

Te regalo los mejores recuerdos. Los viajes sin sentido, las solapas de mis libros, las burbujas de la pecera. Te dejo en la mesa de luz un último recado, mi palabras cortas, tu voz ausente. Me llevo aquello que me haga sentirte cerca; al fin y al cabo serás una de las mejores historias que me haya tocado vivir. Con lo bueno y lo malo de cada uno de nosotros, con la promesa de tenerte eternamente en mi retina, en mi corazón carnívoro.
Te regalo también las esquinas andadas, los andamios de donde se nos trepaban los sueños más inconclusos, las promesas más eternas. Para siempre era una palabra muy larga...
Hoy desde este lado de las cosas, te veo feliz con ojos más brillantes del mundo. Y eso me da cierta paz.
Te dejo por las dudas, las preguntas para la noche, un abrazo finito e interminable donde quepan mis oídos para escuchar tus pasos tibios pasando cerca. Las calles ya no son tan tristes, el aire renueva los paiasajes melódicamente, y de uno en uno los eclipses terminan en mi boca.
Me voy porque hicimos demasiado larga esta despedida. Porque las promesas no sirven, y los recuerdos son apenas un condimento pequeño de los regresos que no debemos hacer.
Encontraste la palabra adecuada en el momento preciso "hasta siempre". Ves? te lo dije... es una palabra muy larga y duele apenas el eco de lo que fue para los dos. Ahora "dos" suena como algo práctico, pero no significa compañía. No suman. Dos serán las personas que llenen nuestros huecos. El tuyo y el mío. Dos serán las palabras que me lleven hasta tu nombre. Y de ahí, con la mano erguida, te aleteo el horizonte para despedirme de tus cosas.
Ah, te dejo las fotos también. Tal vez algún día sirvan como excusa para dejar el tiempo atrás....

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